lunes, 22 de enero de 2007

Llegando de Estambul

Una vez alguien, posiblemente un amigo, me dijo que yo tenía una actitud de turista que no era muy agradable, que andaba por ahí sin querer involucrarme con nada ni con nadie. En aquel momento me dió rabia porque creí que me lo estaban diciendo de manera sarcástica, sin embargo me lo explicaron tan fácilmente que no pude decir que era mentira.

Era verdad pero no me había dado cuenta, estoy como “La Caperucita Roja”, caminando por el bosque y recogiendo florecitas...
Ahora que estuve 5 semanas en Estambul en una mezcla de turismo y trabajo, me doy cuenta que hace tres años que estoy de viaje, me fui de paseo, soy un turista. Sin embargo, si tendría que ponerle un nombre a lo que soy, yo no diría “turista”, sino mas bien “expedicionario”. Vivo en París porque tengo que vivir en algún lado, (bueno, ok porque lo decidí) pero soy como los millones de extranjeros que vienen cada año a esta ciudad, estoy de pasadita. O por lo menos eso es lo que he estado creyendo hasta ahora.

Como buen expedicionario que soy, lo primero que me dieron ganas de hacer llegando de Estambul fué salir a caminar, como para comparar, como para saber si algo había cambiado aquí en mi ausencia. En Estambul, después de mucho discutir y mirar, tuve que reconocerle a los catorce franceses con los que fuí que París es la ciudad mas bella... que conozco... pero y como hacemos?

Así que esperé al primer día de sol y buen tiempo para salir solo a dar una vuelta por ahí, en el barrio de Montmartre, mi barrio. Llegué a París un jueves por la noche, el domingo siguiente me preparé el bolso con la cámara digital, un cuadernito que siempre tengo donde anoto “todo” y platica por si me provocaba tomarme algo.

Y caminando, sin rumbo fijo, viendo los edificios, las tiendas y las calles, la gente y los turistas me quedé pensando :
por qué es que esta ciudad provoca caminarla por todos lados?
Por qué esta ciudad le parece bella a tanta gente?
Cual es el encanto de Paris?
Qué es lo que hay aqui que no hay en otra parte?
Y no es que los franceses con su amabilidad a flor de piel contribuyan mucho...

Una mañana de aventura y con tanto turista es fácil perderse, sin embargo desde las primeras calles me senti en casa, y es que no me canso de pasar por las mismas calles, la panadería, el super, la floristería al lado de la alcaldía,etc., siempre hay algo nuevo que me sorprende. Lo bueno es que ya me siento menos extranjero, siento que quiero quedarme aquí, después de todo me encanta cuando alguien me pide que le tome una foto, o cuando un francés me pregunta una dirección o la hora, o peor aún cuando un turista me pregunta donde está el Sacré Coeur... Será que de verdad creo que estoy de safari?


En Estambul nada me pareció tan diferente que no lo conociera antes, sólo me impresionaron los monumentos antiguos, mas antiguos que los europeos que me traen de cabeza incluso, por ejemplo la columna de çamberlitaş que es del 350 AC o algo así, así que Santa Sofia o el Palacio de Topkapi.

Si, hay muchas cosas que llaman la atención, muchas cosas diferentes, como las mujeres vestidas de negro y con los velos, tan cubiertas y raras que sólo se les ven los ojos. También está esa rara manía que tiene los hombres de estar separados de las mujeres y solo entre ellos... , hay cafés de hombres, salas de juegos de hombres, y en la calle se ven los hombres agarrados por el brazo.
Pero sin duda lo que mas me impresionó fué el ambiente en los bazares y mercados, aunque se me pareció mucho a nuestros caos de La Hoyada, Nuevo circo, Quinta Crespo o el Cementerio. Esa imagen del comerciante que si te descuidas te jode, lo tienen todos los lationamericanos incluyendo a los venezolanos que se creen los mas vivos del planeta y los europeos, portus, italianos y otros.

Pero la misma pacotilla por todos lados, por todos lados me parció ver a mi hermana mayor comprando cuanta mariquera inservible existe, me imagino que es un producto de la mundialisación, a excepción de las artesanías locales que no siempre están bien acabadas y algunas especies y cosas típicas. Lo que tienen estos (los turcos) es que te repiten lo que sea que tu digas y no importa en el idioma que hables no te salvas del “a la orden”, “pase por aquí”, “venga y compre”, así mismo como los pericos.


El ultimo día estuve esperando como a las 6 de la tarde y durante mas de 30 minutos, bajo la nieve y la lluvia, el equivalente turco de un carrito por puesto para poder irme hasta el hotel y no pagar un taxi, y no era cuestión de ahorrar los últimos centavitos, mas bien que me lo había gastado todo una media hora antes comprando pistachos, chocolates, bombones y demás golosinas para traer a Paris. Y esperé, esperé y esperé en el intemperie como hubiera esperado el servibus bajo el sol ardiente de Puerto la Cruz o el Carmelitas-Cementerio entre bombas lacrimógenas de pleno peo universitario en época de disturbios.

No me quería ir, lloré.


Hasta el próximo viaje sigo creyendo que la gente es igual por todos lados, lo que cambia las cosas es la mirada del visitante, lo que decimos los arquitectos-urbanistas la percepción.

3 comentarios:

Elier dijo...

Me imagino que tanto viajar te ha deparado esa capacidad para identificar que el mundo, se esta haciendo una pequeña aldea. Abrazos

Anónimo dijo...

Me encanta cuando haces esas comparaciones de los lugares que visitas con tu país, pues yo creo que ese es un mal de turista-latino. Lo mismo hago yo, cada vez que he estado en algún mercado o plazuela, va mi subconciente a asociarlo con mi país. Y como sino, aca en Latinoamerica llevamos todo lo del Viejo Continente, lo bueno y todo lo MALO!!! Para nuestra desgracia...solo los espejitos nos dejaron.

Dabart dijo...

excelente... chamo Istanbul me dejò enamorado..., tengo muchisimas ganas de volver, asi sea por un fin de semana, siento que hay algo aun mas grande que descubrir que no me dio chance de descubrir en los dias que estuve alli... Serà su similitud con caracas? seà porque es una Mezcla perfecta de Caos con Orden? no lo se!, pero me gustò mucho..., Un abrazo.-

Vivan lo suficiente para encontrar al bueno. Mientras tanto protéjanse !