28
de marzo - Madagascar continuacion…
Nos
vamos tempranito de Tana, en nuestro carro blanco inmaculado y con chofer, pero antes hacemos una parada en la salida de
la ciudad para que el chofer cambie su dinero... olvídense de la imagen de una
casa de cambio. Aquí como en “El país de las maravillas” todos esos trámites se
hacen en el mercado paralelo que queda en la calle.
Cinco
minutos en una encrucijada frente a un mercado popular bastan para darse cuenta
que fuera de la ciudad la vida es otra. Pasamos el dia rodando, paisaje
tropical, como quien va de Barcelona a Maturin.
Por
todo el camino e incluso cuando llegamos a Antsirabé vemos gente caminando todo
el tiempo, por todos lados... todos a pie, van o vienen, se desplazan, como en
una banda sin fin, gente que aparece no se sabe de donde, pero que van
seguramente a sus quehaceres diarios.
Hoy
es domingo, dia de Lavomatic. Por todos lados se puede ver a las mujeres
lavando en ríos o tendiendo la ropa sobre cualquier superficie donde pegue el
Sol.
La
nocion de proximidad, muy de moda en estos momentos de desarrollo sostenible, aqui
esta más presente que en otra parte del mundo, pero no por ecologiia, más bien
por no tener alternativa. Lo que hay es pobreza.
Desayunamos
en un pequeño hotel que parece más bien un puticlub. Sale una señora-mesonera-anfitriona-patrona
de una especie de balcón que vuela sobre la reception del hotel, cierra una
cortina de florecitas y baja rapidito por unas escaleras de metal que parece
que se va a caer del estremecimiento.
Lo
mas especial del desayuno es el personal que parece salido de una comedia de
otra época tipo “Cantinflas” o “Los tres chiflados”. A pesar de hacer enormes
esfuerzos los huevos están demasiado cocidos, la mermelada tiene hormigas
porque la han dejado abierta, el té esta recalentado y el pan han tenido que ir
a buscarlo porque no quedaban ni dos rebanadas.
Pero
hemos llegado a un pueblo fantasma? No, pero la atmosfera es muy particular. Y
ese silencio... la calle invadida de “pus-pus” o mas bien de “push-push” que no
son mas que carretas tiradas por hombres, y que sirven de transporte publico.
En la calle se oye de vez en cuando los ruidos de los pujidos y esfuerzos de
los choferes que pareciera, son los únicos que trabajan.
Es
muy rara esa necesidad de moverse todo el tiempo. Me pongo a pensar que si no
te mueves seguro que los acaros o demas bichos se te montan por la ropa como en
un relato de Kafka.
Por otro lado producto del esfuerzo y el calor del Sol que siempre esta ahí, todos andan goteando. Pero como no van a aproximarse los animales salvajes asi sin nada, si nadie usa desodorante... Aunque poblada, esta es la selva y que digo lemurianes, camaleones, monos y demás animales mas grandes.
El
dia pasa rápido. Esta noche cenamos en una pizzería, la única. Dos sendas
pizzas hechas en horno de leña, yo pido la clásica reina, tomate, jamon, champiñones
y queso. Divina. Y para acompañar las pizzas unas cervezas. Todo hubiese estado
bien si no hubiese sido por un pequeño asunto.
Cuando estaba por la mitad de la pizza me di cuenta
que no era solo yo el que estaba comiendo
de mi pizza… En la plancha de madera habia una grieta y de esa grieta salian
unos gusanitos blancos de lo mas bellos… luché como todo un adulto para no
gritar despavorido. Llamé al mesonero y le mostré en toda discreción mi
problema. Me pregunto que quería hacer… le dije que quería otra pizza, porque
estaba muerto de hambre. Asi que me trajeron una segunda pizza, esta vez en un
plato. El francés me ayudo a terminarla y al final no nos cobraron.
1 comentario:
Muy buen artículo, disfruté leyéndolo, gracias
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